viernes, 21 de agosto de 2009

SÁBADO 22: BAFICI EN CHACO


DEBIDO A UN IMPREVISTO, SE REPROGRAMARÁ ROSA PATRIA DE SANTIAGO LOZA PARA MAÑANA A LAS 22 HS, SIENDO REEMPLAZADA POR 8 SEMANAS (PREMIO ESPECIAL DEL PÚBLICO)




18 hs: PLAN B, de Marco Berger.

Con un bagaje que mezcla estudios de cine y teatro, y un corto, El reloj, con mucho millaje internacional (compitió en Cannes y en Sundance), Marco Berger eligió para su primer largo una historia de personajes, apoyada en el trabajo de los actores. Su fuerte son las conversaciones y los sobreentendidos. Una módica selección de locaciones, abundante en terrazas desde donde se atisban los grises techos porteños, sirve de escenario para un drama (¿o es comedia?) dialogado. Bruno (Manuel Vignau) sufre el abandono de su novia; detrás de un rostro calmo, displicente, su mente planea una venganza fría y dulce. Ella, moderna, sigue viéndolo de vez en cuando pero tiene otro novio, Pablo (Lucas Ferraro). Por su lado, Bruno se hace amigo de Pablo con la idea de erosionar la pareja, quizá presentándole a otra mujer. Pero sobre la marcha surge la posibilidad de un plan B, más efectivo aún, que pondrá en cuestión su propia sexualidad.

20 hs: BONUS TRACK, Diego Perrone.

Bonus Track y 180 grados –también presente en esta edición– forman parte de lo que Perrone se anima a llamar una "nueva trilogía", cuya tercera pata está aún en proceso. Las películas pueden verse de manera independiente, aunque ciertamente tienen puntos de contacto. Casi quince años pasaron desde Labios de churrasco, pero los personajes de Perrone no han envejecido: siguen siendo adolescentes, jóvenes. Lo que ha cambiado ha sido el ambiente y las marcas culturales. Del videoclub y el fulbito pasamos a la PC y el mundo skater, y el rock suburbano de los primeros films vira a una música menos nítida, más ambiental. En estos años, además, el estilo Perrone se ha asordinado: ya no importa tanto lo que los personajes dicen o hacen, como el ruido que hacen al hablar o la sombra de sus movimientos. En Bonus Track, los protagonistas tienen un lugar de reunión secreto que funciona como código de iniciación: un viejo cine abandonado y convertido en pista donde practican –no muy bien– sus saltos, despreocupados del efecto nostálgico que el espacio tendrá en los espectadores de esta película y en el propio realizador.


24 hs: 16MEMORIAS, de Camilo Botero Jaramillo

Con una precisión milimétrica para captar la vibración de lo inmediato como estampa de la felicidad terrenal, sin idealizaciones ni estilización alguna, Mario Posada Ochoa capturó con su Bolex de 16 mm su vida familiar en Medellín entre 1945 y 1971. A lo largo de esos años, conservando inmutable un amateurismo virtuoso, Posada Ochoa registró a sus hijos en las situaciones cotidianas y excepcionales para terminar gestando una silente home movie maratónica de treinta y tres horas, diagramada para imprimir esta saga doméstica como una serie de recuerdos rigurosos de cada lugar, cada acción, cada color. Seis décadas después, Camilo Botero restauró esas películas caseras y las compactó hasta obtener 16 episodios esenciales, donde cada gesto es una aventura infantil que empuja un movimiento poético, atropellado, realista, lúdico, cándido. Y todo eso se logra sin perder nunca una cercanía reconocible en las imágenes, como si cada titilar del proyector estuviese moviendo un charco donde se refleja la vitalidad de nuestra propia infancia, ahora convertida en una épica cinematográfica con el rictus sonriente de la realidad.


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