En el inicio del segundo año del taller de cortometrajes organizado por la DCEA, Chaco On Line conversó con el realizador y docente Maximiliano González, sobre los objetivos del taller, las particularidades del formato y la docencia y aprendizaje del cine.
“Este proyecto empezó hace un año en la DECEA” explica González sobre el taller que se desarrolla en todos los sábados de 10 a 19 hs. en Wilde 40, “este año el objetivo es fortalecer las áreas troncales de la realización que son la dirección y el guion”. González dicta la parte de guión y Gustavo caro es el responsable de la realización “es un curso de cuatro meses en el que el objetivo es que los chicos entre las dos materias terminen un cortometraje”.
El ‘corto’ es un género particular, muchas veces subestimado por los que no pertenecen al ambiente, pero fundamental para cualquier cineasta. “Yo tengo una formación de dos escuelas de cine –INCAA y ENERC- y obviamente en todas las escuelas trabajas cortometrajes” explica González, “después he escrito largometrajes, pero el proceso de aprendizaje en todas las escuelas del país incluye cortos, es como el paso obligado de todo cineasta, de todo guionista, experimentar y hacer todo su aprendizaje con el cortometraje”.
Tampoco es un formato fácil, especialmente en lo que respecta al guión, para condensar una historia en pocos minutos. “Todo lo que uno tiene de ventajas en el largometraje, en cuanto a la elaboración y a la posibilidad que tenés de desarrollar personajes, líneas secundarias, en el cortometraje lo perdés” asegura el relizador, “tenés que lograr una síntesis y una precisión, el que no entiende piensa que eso es más fácil, al contrario, uno tiene diez minutos en los que tiene que presentar un personaje, contar una historia, y encima tratar de emocionar, de generar un sentimiento en el que lo ve”.
“El cortometraje tiene su estructura” cuenta González, “hay un solo suceso en el que el protagonista va a participar, mientras que en el largometraje pasan muchas escenas y muchas cosas que le ocurren al protagonista, que te van modificando y lo van llevando hasta el clímax del final; en el cortometraje no, todo está apuntado desde lo que le pasa al personaje a ese final, es un solo suceso, una sola anécdota y todo apunta hacia ahí”.
ENSEÑAR Y APRENDER CINE
“Es fundamental, y esto lo vimos en la primer clase, que el guionista conozca todo el proceso de la película” asegura González, “principalmente de todo lo que es el montaje, la realización, la dirección, cuanto más datos tenga sobre todo esto, mucho más enriquecedor va a ser para su trabajo”. No solo eso, sino que a la hora de escribir, “es importante que tenga información sobre otras artes y sobre el mismo mundo que lo rodea, esto facilita mucho su trabajo y le da herramientas para hacerlo”.
En cuanto a la dicotomía entre la creatividad del autor y la importancia de la técnica y la estructura, González prioriza la imaginación, “por lo menos en estos alumnos que están dando sus primeros pasos, explotar lo que ellos tienen adentro”. Hay una habilidad intrínseca en todos nosotros, que en el caso de los realizadores es necesario encontrar y encauzar, “cada uno tiene un narrador en si mismo, está acostumbrado a contar historias, cuando uno cuenta historias, por mas banales que sean, uno siempre quiere lo mismo, que le presten atención, que lo escuchen y que al final eso genere algún sentimiento”, explica, “entonces cuando contamos cualquier cosa ya estamos narrando y yo trato de priorizar eso, que tomemos una conciencia de qué estamos contando, por qué lo estamos contando, que tenemos para decir, nuestra visión de mundo sobre algo”. Y la técnica viene después de que el relato esté claro para el narrador, “si hacemos eso toda la parte técnica va a servir después para mejorar el relato, pero no como punto de partida”. Sin dudas esos aspectos no dejan de ser importantes, “hay que conocerlos para que cuando yo termine de contar lo que tenía que contar, pueda utilizar todas esas herramientas para potenciar lo que hice, pero no al revés”.
LA VOCACIÓN DEL CINEASTA
A pesar de los prejuicios sobre el cine como actividad laboral y las posibilidades de sostenimiento económico, Gonzalez asegura que en el caso de los jóvenes que comienzan en este rubro este no es un verdadero factor de preocupación. “Yo pasé por muchas escuelas y he visto a muchos alumnos” cuenta, “y lo económico o laboral no es un factor que influya directamente en la deserción, porque cuando uno entra en el mundo del cine ya sabe de antemano que está en una parada complicada”. El cineasta da un ejemplo claro, “en un momento en Buenos Aires llegó a haber ocho mil estudiantes de cine y es obvio que los ocho mil sabían que no iba a haber ocho mil directores de cine haciendo largometrajes, entonces cada uno va encontrando su lugar dentro de otros rubros dentro de una película, que son varios, o luchará por hacerlo”.
Por supuesto que hay un factor que si es clave, y es la pasión, “lo que si pasa y que pasó hace unos años, es que se transformó en una moda el cine” explica, “entonces muchos entraron a estudiar cine porque era una moda, porque quedaba bien, y no tenían muy bien una idea de lo que querían hacer, esa gente si desaparece al poco tiempo de las carreras porque se va a hacer otra cosa o simplemente deja”. Esto tiene un fundamento claro y que hay que tomar en cuenta cuando se está pensando en hacer cine, “el cine es un gran esfuerzo y para llevar adelante ese esfuerzo se necesita mucha pasión y mucho convencimiento de lo que uno quiere hacer en la vida, los que van quedando en el camino es generalmente porque no tienen esa pasión y no por una cuestión económica”.
Sin embargo, para los que se interesan por este arte, talleres como los que ofrece la DCEA son una oportunidad para probarse a si mismos, “lo primero que tienen que hacer es venir y probar, únicamente así van a poder darse cuenta si los apasiona, si tienen la energía, la fuerza, las ganas para hacer esto o si la inquietud viene por otro lado”.
LUCÍA GAVELLO
http://www.chacoonline.com.ar/noticia.php?nro_nota=10808
“Este proyecto empezó hace un año en la DECEA” explica González sobre el taller que se desarrolla en todos los sábados de 10 a 19 hs. en Wilde 40, “este año el objetivo es fortalecer las áreas troncales de la realización que son la dirección y el guion”. González dicta la parte de guión y Gustavo caro es el responsable de la realización “es un curso de cuatro meses en el que el objetivo es que los chicos entre las dos materias terminen un cortometraje”.
El ‘corto’ es un género particular, muchas veces subestimado por los que no pertenecen al ambiente, pero fundamental para cualquier cineasta. “Yo tengo una formación de dos escuelas de cine –INCAA y ENERC- y obviamente en todas las escuelas trabajas cortometrajes” explica González, “después he escrito largometrajes, pero el proceso de aprendizaje en todas las escuelas del país incluye cortos, es como el paso obligado de todo cineasta, de todo guionista, experimentar y hacer todo su aprendizaje con el cortometraje”.
Tampoco es un formato fácil, especialmente en lo que respecta al guión, para condensar una historia en pocos minutos. “Todo lo que uno tiene de ventajas en el largometraje, en cuanto a la elaboración y a la posibilidad que tenés de desarrollar personajes, líneas secundarias, en el cortometraje lo perdés” asegura el relizador, “tenés que lograr una síntesis y una precisión, el que no entiende piensa que eso es más fácil, al contrario, uno tiene diez minutos en los que tiene que presentar un personaje, contar una historia, y encima tratar de emocionar, de generar un sentimiento en el que lo ve”.
“El cortometraje tiene su estructura” cuenta González, “hay un solo suceso en el que el protagonista va a participar, mientras que en el largometraje pasan muchas escenas y muchas cosas que le ocurren al protagonista, que te van modificando y lo van llevando hasta el clímax del final; en el cortometraje no, todo está apuntado desde lo que le pasa al personaje a ese final, es un solo suceso, una sola anécdota y todo apunta hacia ahí”.
ENSEÑAR Y APRENDER CINE
“Es fundamental, y esto lo vimos en la primer clase, que el guionista conozca todo el proceso de la película” asegura González, “principalmente de todo lo que es el montaje, la realización, la dirección, cuanto más datos tenga sobre todo esto, mucho más enriquecedor va a ser para su trabajo”. No solo eso, sino que a la hora de escribir, “es importante que tenga información sobre otras artes y sobre el mismo mundo que lo rodea, esto facilita mucho su trabajo y le da herramientas para hacerlo”.
En cuanto a la dicotomía entre la creatividad del autor y la importancia de la técnica y la estructura, González prioriza la imaginación, “por lo menos en estos alumnos que están dando sus primeros pasos, explotar lo que ellos tienen adentro”. Hay una habilidad intrínseca en todos nosotros, que en el caso de los realizadores es necesario encontrar y encauzar, “cada uno tiene un narrador en si mismo, está acostumbrado a contar historias, cuando uno cuenta historias, por mas banales que sean, uno siempre quiere lo mismo, que le presten atención, que lo escuchen y que al final eso genere algún sentimiento”, explica, “entonces cuando contamos cualquier cosa ya estamos narrando y yo trato de priorizar eso, que tomemos una conciencia de qué estamos contando, por qué lo estamos contando, que tenemos para decir, nuestra visión de mundo sobre algo”. Y la técnica viene después de que el relato esté claro para el narrador, “si hacemos eso toda la parte técnica va a servir después para mejorar el relato, pero no como punto de partida”. Sin dudas esos aspectos no dejan de ser importantes, “hay que conocerlos para que cuando yo termine de contar lo que tenía que contar, pueda utilizar todas esas herramientas para potenciar lo que hice, pero no al revés”.
LA VOCACIÓN DEL CINEASTA
A pesar de los prejuicios sobre el cine como actividad laboral y las posibilidades de sostenimiento económico, Gonzalez asegura que en el caso de los jóvenes que comienzan en este rubro este no es un verdadero factor de preocupación. “Yo pasé por muchas escuelas y he visto a muchos alumnos” cuenta, “y lo económico o laboral no es un factor que influya directamente en la deserción, porque cuando uno entra en el mundo del cine ya sabe de antemano que está en una parada complicada”. El cineasta da un ejemplo claro, “en un momento en Buenos Aires llegó a haber ocho mil estudiantes de cine y es obvio que los ocho mil sabían que no iba a haber ocho mil directores de cine haciendo largometrajes, entonces cada uno va encontrando su lugar dentro de otros rubros dentro de una película, que son varios, o luchará por hacerlo”.
Por supuesto que hay un factor que si es clave, y es la pasión, “lo que si pasa y que pasó hace unos años, es que se transformó en una moda el cine” explica, “entonces muchos entraron a estudiar cine porque era una moda, porque quedaba bien, y no tenían muy bien una idea de lo que querían hacer, esa gente si desaparece al poco tiempo de las carreras porque se va a hacer otra cosa o simplemente deja”. Esto tiene un fundamento claro y que hay que tomar en cuenta cuando se está pensando en hacer cine, “el cine es un gran esfuerzo y para llevar adelante ese esfuerzo se necesita mucha pasión y mucho convencimiento de lo que uno quiere hacer en la vida, los que van quedando en el camino es generalmente porque no tienen esa pasión y no por una cuestión económica”.
Sin embargo, para los que se interesan por este arte, talleres como los que ofrece la DCEA son una oportunidad para probarse a si mismos, “lo primero que tienen que hacer es venir y probar, únicamente así van a poder darse cuenta si los apasiona, si tienen la energía, la fuerza, las ganas para hacer esto o si la inquietud viene por otro lado”.
LUCÍA GAVELLO
http://www.chacoonline.com.ar/noticia.php?nro_nota=10808
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