sábado, 29 de mayo de 2010

BANANAS, DE WOODY ALLEN, EN EL CIERRE DEL CICLO DE CLÁSICOS DE LA COMEDIA DEL CINECLUB RESISTENCIA



El ciclo de Clásicos de la Comedia del Cineclub Resistencia cierra el lunes 31 con Bananas, de Woody Allen.
Por este ciclo han pasado clásicos de todos los tiempos: los Hermanos Marx con Sopa de Ganso, Monty Phiton con MP y los caballeros del Santo Grial, y Stanley Kubrick con Dr. Strangelove. Las películas fueron seleccionadas por los asistentes y miembros del Cineclub, con la consigna de que fueran películas que dejaran marcas en el cine posterior. El ciclo cierra con este clásico de Woody Allen, que satiriza la situación política de Latinoamérica de los años 70, a través de citas y parodias a otros films. Pertenece a la primera época de Woody Allen, en la que además de escribir y dirigir, actuaba en sus films, priorizando los gags y el slapstick (humor físico heredado del cine mudo) como método de construcción de la comedia.

El Cineclub Resistencia está conformado por cinéfilos autoconvocados, que comparten el amor por el cine y quieren decidir autónomamente que películas desean ver, compartir y debatir. Todas las personas interesadas en formar parte del grupo pueden hacerlo, concurriendo a las proyecciones.

Las funciones del Cineclub se realizan todos los lunes de mayo a las 21 hs en la Sala de Proyecciones de DCEA, Wilde 40, Resistencia, con entrada libre y gratuita.

Para más información o para recibir la programación actualizada, comunicarse al 03722 452941 o a decea.chaco@gmail.com o bien en www.deceachaco.blogspot.com. También puede consultar la cartelera del Guido Miranda y de DCEA en www.mirabuencine.com.ar


BANANAS, DE WOODY ALLEN. 1971, 82´, color. En este filme Allen actúa como un mediocre trabajador, Fielding Mellish, quién intenta impresionar a Nancy (Lasser), una activista social de quien se ha enamorado. Tratando de saber detalles sobre la revolución de San Marcos para impresionar a su amada, Mellish visita la isla intentando mostrar su preocupación por los nativos. Sin embargo, es casi asesinado por el dictador que gobierna la isla, solo para ser luego salvado por unos revolucionarios, y por esto Mellish queda en deuda con ellos por haber recibido su ayuda. Mellish se une a una guerrilla rebelde y aprende torpemente "como ser un revolucionario"; inclusive en un esfuerzo para alimentar a las tropas va un restaurante local de San Marcos y en una manera típicamente neoyorquina ordena millones de sandwiches (con unos barriles de ensalada de col). Cuando la revolución es un éxito, el líder rebelde (en una parodia de Castro) pierde la cordura y empieza a dar ordenes absurdas y contradictorias (ordenando por ley que la ropa interior debe ser llevada por fuera), forzando a los rebeldes a poner al propio Mellish como su presidente.

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